Bienvenue


Amigo lector, si has llegado hasta este blog, tal vez es porque estés en un momento de laguna mental, destino o casualidad; sea cual sea la razón, ya que estás tomándote el tiempo de leerme, adéntrate un poquito en mí, dudo que llegues a conocerme pero por lo menos terminas así mi obra.

Peral

martes, 14 de septiembre de 2010

El Güero Jiménez: Un superhéroe en la ciudad



5 am: otra vez el joven luchando por ser adulto se enreda  más y más en las cobijas, el frío de la mañana le pesa sobre los párpados. Es un día más en su vida, se espera que sea monótono, lento y lo más que puede llegar a pasar es que el perro de la vecina se vuelva a escapar. Silencio, sólo el silencio entra por la ventana; la colonia parece haber enmudecido durante la noche. De repente, una mano seca por el tiempo le mesa los rubios cabellos mientras su nariz percibe un cálido olor a chocolate recién hecho. Se despierta
--Buenos días mijo –insiste doña Nachita –ya es hora de ahuecar el ala. Ándele, ya está listo su chocolatito. Unos dedos seguidos de unos pies salen de la cobija, se estiran, y poco a poco va apareciendo el resto del cuerpo.
--Muchas gracias tía. D’una vez le aviso que no me espere para comer –dice tímidamente el muchacho.
--Uh, hoy te iba a preparar unas sabrosas enchiladas mineras. ¿Otra vez te quedarás jugando en el lodo?
¿Cómo explicarle que no era simple lodo, que era vida, que de ahí nacía la riqueza de las plantas? ¿Cómo explicarle que iba a ver a una chica? ¿Cómo explicarle que ya no era un niño?
Desayuna, se baña y se arregla. Jeans y playera de Led Zeppelin; pantalón caqui y camisa a cuadros; finalmente se decide por unos jeans y una simple playera gris, se pusiera lo que se pusiera su inocente desnudez sería evidente ante la chica. Se cuelga la mochila, abre la puerta del departamento y… ¡espera amigo, no te olvides del suéter!
Sus manos se aferran al sudado metal del camión, brincos, roces, tacos de ojo…todo se puede esperar en un transporte público. Lo toma diario para ir Chapingo, su universidad (con cuánto orgullo pronuncia el nombre nuestro personaje). Calles, topes, caras, perros, árboles, caras, carros, topes otra vez.
1:00 pm: Gerardo Jiménez come un sándwich en silencio. ¿Gerardo Jiménez? Ah sí, el muchacho de la mañana. Bien, Gerardo come un sándwich en silencio, ahora hace calor y los lentes le están picando la nariz. Faltan un par de minutos para que vea a Rosarito, su compañera de laboratorio: tez morena como el café con leche, ojos prietos como los de los toros, pelo rizado como las raíces de una zanahoria…tiene la ilusión de tener hijos dorados como el cereal si es que se casara con ella. La visión desaparece para convertirse en realidad. Una bata sucia, pelo enmarañado, ella se acerca.
--Hola Jiménez –saluda Rosarito --. ¿Qué comes? Pregunta la chica mientras observa con curiosidad el bulto que está entre las manos de Gerardo, el cual  ávidamente se esfuma en su boca.
--Sándwich de pollo con mole verde. ¿Quieres? El muchacho levanta los brazos e inmediatamente los ojos de Rosarito pasan del sándwich a las axilas de su compañero. No sólo están manchas de sudor pintadas en su playera, sino que grandes gotas escurren por las mangas. Así como Isabel, Marianita, Magali y la Pepas, Rosarito también se va con unas líneas de repugnancia marcadas en su rostro.
4:00 pm: el clima enloquece y la sombra de un muchacho (nuestro Gerardo) decora las calles junto con los nubarrones del cielo. Ni siquiera hay botellas a las cuales patear, no hay palomas a las que alborotar, sólo personas sin gracia, coladeras, mugre y una que otra rata. Está en el mercado.
Entra en él por pura distracción. Las cabezas de los puercos todavía chorrean hilillos de sangre, el pollo está infestado de moscas y el pescado parece que en cualquier momento va a saltar. Las frutas y verduras son lo que más relucen dentro de esa selva; lo que más le agrada a Gerardo son las fresas, rojas y jugosas, porque le recuerdan a su tierra: Guanajuato. Su familia tiene un rancho donde él solía cuidar al ganado y correr bajo la lluvia; le encantaba la lluvia.
Sale del mercado y cruza la calle. No quiere regresar a casa, de seguro su tía Nachita estará bordando chalinas con las viejas del edificio y su vecino Pacorro en un intento desesperado por sacar una nota de la flauta oxidada, estará reventando los tímpanos de los que se encuentran más cerca.
¿Cine? No, está muy caro. ¿Maquinitas? Son para chiquillos. ¿Helado? Bah, hace frío. Entretenido en sus decisiones está Gerardo pero unos gritos lo sacan de su ensimismamiento. Gritos que se convierten en aullidos, aullidos que se convierten en sollozos, sollozos que se convierten en una súplica lastimera. A una viejecita le han robado las bolsas del mercado.
Eso no lo puede soportar, está harto de la injusticia y de la impotencia de los desvalidos. ¿El ladrón? Un viene-viene. “Está flacucho, podré con él” piensa Gerardo y en un ataque descontrolado de rabia se lanza a perseguirlo. Mientras corre nota una extraña sensación en el cuerpo, se le ofuscan los sentidos. La ropa se desgarra, de golpe las extremidades le crecen y queda convertido en un musculoso hombre vestido del dios ¿Tlaloc? Claro, lleva las anteojeras del dios.
Ni él ni el ladrón, ni la viejita a la que ya se le olvidaron las bolsas pueden creer lo que están viendo. El dios Tlaloc en persona. Pobre Gerardo, ¡qué ha pasado!
Gerardo-Tlaloc voltea hacia el ladrón y su cara se torna roja como un tomate. Todo su cuerpo tiembla y de las manos le salen rayos que atacan al prófugo quien se desmaya fulminado. El impacto de todos es incómodo hasta que una chica (la Pepas) grita: “¡Pero si es el Güero Jiménez!”. Hmmm, con que así se llama nuestro héroe.
Gerardo no comprende su transformación. ¿Por qué? ¿Por qué él? ¿Rayos? Se oculta en un callejón y se sienta sobre unas bolsas de basura. Se calma, poco a poco va recuperando su apariencia. El pueblo lo ha elegido, ni modo, tendrá dos personalidades: Gerardo Jiménez y GJ. El problema será elegir su camino, la fama, la justicia o su sueño de ser agrónomo. ¿Lo logrará? Esto es sólo el inicio.
Epílogo
Un día lluvioso un chico de 15 años quedó terriblemente por un suceso que le cambió la vida para siempre. Un rayo cayó sobre él, su caballo y el ganado dejando un único sobreviviente: Gerardo Jiménez.

Nota:
Esto tiene la intención de convertirse en un comic, pero mientras es un breve relato del héroe urbano: el Güero Jiménez. Es la primera parte de la historia, la introducción, podríamos decir, el primer número. Narrado a manera de guión pero es un simple recurso estilístico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario